"El mar es el último refugio que me resta" A.Pérez-Reverte

17 julio 2008

Para los que están por nacer


I.Verdaderamente: vivo en tiempos tenebrosos.La cándida palabra es necia. Una frente tersa revela insensibilidad. Y si alguien ríe es que no le ha llegado todavía la noticia terrible. ¿Qué tiempos son estos, en que es casi un crimen hablar de los árboles porque eso es callar sobre tantas maldades?Ese hombre que va tranquilamente por la calle,pues ya acaso inaccesible a sus amigos en la necesidad?Cierto: yo me gano la vida todavía.Pero creedme: es por casualidad. Nada de lo que hago me da derecho a hartarme.Casualmente me respetan (pero si cambia mi suerte estoy perdido).Me dicen: ¡¡Come y bebe, sé alegre tú que tienes!Pero ¿cómo voy a comer y beber si le arranco al hambriento lo que como y mi vaso de agua le falta al sediento? Y, sin embargo, como y bebo.También me gustaría ser sabio.Los viejos libros dicen que es sabiduría apartarse de las luchas del mundo y pasar el breve tiempo sin temor.También renunciar a la fuerza, devolver bien por mal,no cumplir los deseos, sino olvidarlosdicen que es sabiduría.

Pero yo no puedo hacer nada de eso:verdaderamente, vivo en tiempos tenebrosos.

II.Yo llegué a las ciudades en la hora del desorden,cuando reinaba el hambre.Me mezclé entre los hombres en la hora de la rebelión y me indigné junto con ellos . Así transcurrió mi tiempo,el tiempo que me había sido dado sobre la tierra. Comí mi pan entre las batallas.Me eché a dormir entre los asesinos. Cultivé sin respeto el amor y fui impaciente con la naturaleza. Así transcurrió mi tiempo,el tiempo que me había sido dado sobre la tierra. A una ciénaga llevaban en mi tiempo todos los caminos.Mi habla me traicionó al matarife. Poco pude.Así transcurrió mi tiempo, el tiempo que me había sido dado sobre la tierra. Pocas eran las fuerzas. La meta estaba muy lejos . Pero era ya visible, aunque para mí....apenas alcanzable. Así transcurrió mi tiempo, el tiempo que me había sido dado sobre la tierra.


III.Vosotros, los que surgireis del diluvio en que nos hemos ahogado pensad, cuando hableis de nuestras debilidades, también en el tiempo de tinieblas del que os habeis librado.Porque a menudo, cambiando de patria más que de sandalias fuimos desamparados a través de la guerra de las clases, cuando todo era injusticia y nada rebelión. Mas no por ello ignoramosque tambien el odio contra la vileza desencaja al rostro,que también la cólera contra la injusticia enronquece la voz. Sï,nosotros, que queríamos preparar el terreno a la amistad no pudimos ser amistosos.Pero vosotros, cuando llegue el día que el hombre sea ayuda del hombre, acordaos de nosotros con indulgencia.


Bertold Brecht, 1938

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