Estoy harta-hartita de las bellezas de bisturí y photoshop. Ultimamente, parece que para ser "bella" es imprescidible tener unos morros inflamados, las mininarices sin tabique nasal, las tetas de silicona y el culo como una plaza de toros.
Pues no, me niego.
La belleza natural, como la de Diane Kruger, sin estridencias, clásica, armoniosa.
Envidia sana.
Lo reconozco.
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