
Yo me acuso: me sent�� decepcionado por el resultado del primer debate. Probablemente dominado por mi af��n de que se pusieran en evidencia las imposturas del discurso del PP, consider�� que jugar a la contra con el l��der de la ultraderecha espa��ola era menos de lo que se deb��a esperar de ZP. LLegu�� a pensar que la dial��ctica no era una de las virtudes del presidente.
Esta vez s��. Zapatero ha estado s��lido, relajado, preciso, con dominio de la escena. M��s presidencial que nunca. Por el contrario, Rajoy se ha mostrado atropellado, impaciente, exagerado e hiperb��lico. Un pol��tico abocado a la extinci��n por su inadaptaci��n al medio, citando las siete plagas b��blicas e inventando catorce adicionales. Un pol��tico hablando del incremento de precio de las anchoas ( juro que lo dijo, no me lo invento ), afirmando que Espa��a es el quinto pa��s que menos creci�� en Europa en el 2007 y reiterando una y otra vez que ���usted miente siempre, usted no dice la verdad nunca���.Los aficionados al ajedrez saben que jugar con blancas supone una ventaja porque el que mueve primero lleva la iniciativa. Anatoly Karpov era un maestro consumado en el juego con blancas y en el aprovechamiento de la posici��n. Hoy ZP me ha recordado a Karpov, ha aprovechado con maestr��a la ventaja de empezar cada intervenci��n y la ansiedad de Rajoy por aprovechar un tiempo que se le escapa. Y lo ha hecho tenazmente, igual que lo hac��a el ruso.
Pero es que a la ventaja de jugar con blancas se un��a lo que yo llamar��a la insostenibilidad metaf��sica de la posici��n de Rajoy. Esa insostenibilidad remonta su origen a hace cuatro a��os y tiene un fundamento subconsciente, netamente freudiano: Rajoy, como el resto de sus compa��eros de partida, tiene la desventaja de necesitar imperativamente ganar las pr��ximas elecciones para compensar el intenso trauma que les produjo la derrota inesperada y, para ellos, injusta e injustificada, en las elecciones del 14M del 2004. Un trauma que les ha llevado a predicar el desastre durante a��os, deformando la realidad hasta convertir su cr��tica en algo grotesco. Rajoy ha sido reh��n de su trauma.
Aznar gan�� las elecciones de 1996 frente a un rival desgastado por catorce a��os de permanencia en el poder y con la ��nica estrategia viable: disfrazarse de cordero. En 2008, Rajoy no solo no se ha disfrazado de cordero sino que ha sido incapaz de desprenderse del aroma y de las formas de un lobo feroz, un papel que, en el fondo, se le da fatal a un tipo reserv��n, tendente a la modorra y a la buena vida, como nuestro c��modo se��or bien pontevedr��s. Se ha visto obligado a hacer un papel que no le gusta porque est�� dominado por su trauma y porque todos los d��as, en sus maitines, Acebes y Zaplana le han calentado la cabeza durante cuatro a��os con la imperiosa necesidad de darle ca��a al bambi de la moncloa. Y lo mismo le han dicho en los dos debates: dale ca��a que te lo comes. Y el lobo feroz, a rega��adientes, exigido por la historia de su Eeeessspa��a, les hizo caso. Por pura coherencia con su trayectoria. Por puro reflejo de su trauma.
Ahora queda por saber la amplitud de la victoria del pr��ximo domingo y empezar a preguntarse qui��n sustituir�� a Rajoy en el principal partido de la oposici��n. Si la opci��n es Gallard��n, mejor para todos. Si la opci��n es Esperanza, ech��monos a temblar porque nos esperan cuatro a��os m��s de ultraderecha. Un consejo a los populares: los pol��ticos que ganan primarias son pol��ticos fuertes, aptos para defenderse en la jungla de la democracia. Un l��der sin liderazgo dura lo que los liderados tardan en percibir su debilidad. Los pol��ticos que tienen como avales la designaci��n digital y la derrota electoral est��n condenados a ser sustituidos por otros m��s capaces. As�� funciona esto. Aqu�� y en Sebastopol.
Pablo Arang��ena
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